VIOLENCIA SEXUAL
Me dijeron:
No te pongas ese vestido tan corto.
Y después violaron a una mujer cuando
llevaba sus vaqueros favoritos.
Me dijeron:
No te quedes hasta muy tarde.
Después arrancaron la ropa y tocaron los
pechos de una chica a plena luz del día en
unas fiestas populares.
Me dijeron:
No viajes sola por la noche.
Y después violaron y mataron de día
a dos mujeres, cuando descubrían el mundo,
acompañadas la una de la otra.
Me dijeron:
No cojas el transporte público por la noche.
Luego manosearon a una chica en el metro,
sin que nadie hiciera nada, de camino a la universidad.
Me dijeron:
Pídele a algún amigo que te acompañe a casa.
Y luego señalaron y llamaron calientapollas
a una chica cuando lo hizo.
Me dijeron:
No sonrías a extraños.
Y luego gritaron borde, puta y quién te crees
que eres a una mujer por pasar de largo.
Me dijeron:
No bebas mucho.
Y después pusieron droga a una chica
en su bebida.
Me dijeron:
Ten siempre el teléfono a mano.
Y luego una mujer recibió en ese mismo teléfono
un vídeo de todas las cosas
que le habían hecho la noche anterior.
Me dijeron:
Vuelve por calles iluminadas.
Y aun así violaron a una chica en su portal.
Me dijeron:
No te vayas con desconocidos.
Y luego una mujer fue violada por un amigo. Una pareja. O un familiar.
Me dijeron:
Escríbeme cuando llegues.
Luego nadie la creyó.
Me dijeron:
Denuncia.
Y después le preguntaron qué llevaba puesto, cuánto bebió y por qué se fue con él.
Me dijeron. Me dijeron. Me dijeron.
Ten cuidado, ten cuidado, ten cuidado.
Lo tuve. Lo tengo. Lo tendré.
Hice todo lo que me dijeron.
Ahora explícame qué es lo que hice mal.
Estoy de acuerdo: no todos los hombres sois así.
Pero entiéndelo tú.
A todas las mujeres nos pasa. A todas nosotras.
A mi madre. A mí. A mi hija. A mi amiga. Y a mi compañera de trabajo.
A tu madre. A tu mujer. A tu hija.
A todas las mujeres.
¿Lo empiezas a entender?
No me digas a mí lo que tengo que hacer.
Díselo a ellos.
Enséñales consentimiento.
Enséñales que NO significa NO.
Enséñales respeto.
Enséñales que las mujeres no somos un juguete, ni un objeto, ni una propiedad.
Enséñales a ser responsables.
Enséñales a no violar.
A veces me pregunto si nos odiáis.
A veces me pregunto por qué nos odiáis.
De forma lógica. De forma emocional. Diciendo. Preguntando. Rogando.
Lo hemos intentado todo.
Ya no sé qué más decirte.
Ya no sé cómo explicarlo.
Ya no sé cómo pedirlo.
Qué coño queda por hacer.
Qué coño queda por hacer.
No queda nada.
Excepto dolor.
Y rabia.
*Este texto es una traducción y adaptación del increíble texto de Vitika Roy
COMENTARIO
Cuando escuchamos una noticia o cuando somos conocedores/as de un caso de violencia sexual hacia alguna mujer ¿dónde ponemos el acento de la responsabilidad?
En muchas ocasiones pensamos que son casos aislados, cuando la violencia sexual está en el día a día de nuestras madres, tías, hermanas, primas, amigas… situándolas como “responsables” de no cuidarse o protegerse como socialmente es apropiado para una mujer.
¿Y quién dicta ese código de conducta? Un sistema de creencias y patrones heredados de pensamiento que invisibiliza, cuestiona, culpabiliza, violenta y victimiza a las mujeres, por el simple hecho de serlo.
¿Y por dónde podemos empezar? Acercarnos amablemente a la visión de las mujeres que sufren o han sufrido violencia sexual nos permitirá conocer más ampliamente la realidad de esta problemática, una realidad que ha permanecido en la sombra y que comienza a salir a la luz gracias a la valentía de las mujeres que han podido alzar la voz, rompiendo con lo establecido.
SIEMPRE RECUERDA
- Cambiar este entramado social, precisa de un trabajo individual y colectivo, una tarea de todos y todas.
- La responsabilidad es únicamente de la persona que decide agredir o violentar sexualmente.
- Ante la violencia sexual: HAY SALIDA.
Ana Vidal
Educadora Social AVIDA